viernes, 12 de septiembre de 2008
Arte y locura
Una de las exigencias solicitada por la genialidad artística es la diferencia: nos atrae aquella mirada inédita capaz de ofrecernos la constatación de nuestras intuiciones sobre una realidad de sobra asimilada como conocida. Será el artista el gurú mediador en este proceso, un papel que le obligará a bucear en lo más profundo de la sociedad y las pulsiones humanas forzando una vida que habrá de desviarse del camino marcado por la normalidad. Y es que no puede esperarse de un genio que, además de todo, sea corriente. Algo de lo que era perfectamente consciente Dalí, el rey del arte de la auto-promoción, mientras paseaba por el mundo al desequilibrado personaje encarnado en su propia figura. En este caso, su extravagancia fue un medio de publicidad; existen muchos otros, sin embargo, que no sólo caminaron por los bordes de la locura, sino que cayeron de lleno en ella.
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